Jueves 7 de septiembre de 2017
REQUIEM POR UNA CIUDAD
Hoy, víspera de la fiesta grande de Valladolid, deberíamos estar felices. Sin embargo, es un día triste, muy triste, para esta ciudad.
Desconocemos el contenido exacto del convenio que previsiblemente se aprobará en este pleno, pero sabemos lo fundamental: en lugar de enterrar las vías, se van a enterrar los sueños y las esperanzas de muchos vecinos y vecinas. Pensamos especialmente en aquellas personas que viven “al otro lado”, detrás de la frontera bien visible que son las vías del tren, y que llevan en muchos casos más de treinta años no ya soñando, sino luchando, trabajando activamente para eliminar esa barrera de sus vidas, las de su vecindario coetáneo, y la de las generaciones venideras.
Creemos que esta decisión también entierra una buena ocasión para transformar Valladolid, haciéndola más amable y abierta, con más oportunidades de futuro desde el punto de vista económico, en especial para la gente joven. Más cosmopolita, más atractiva para posibles inversiones, y menos provinciana.
Además, consideramos que con este nuevo convenio la ciudad sale perdiendo, y se convierte en la “Cenicienta” de las tres administraciones que protagonizan esta historia: de más a menos, el Ministerio de Fomento consigue ampliar la estación, los nuevos talleres de Renfe y el by-pass de mercancías, que permitirá el acceso a esos talleres. La Junta de Castilla y León sustituye la actual estación de autobuses, totalmente obsoleta, por una nueva. Y para la ciudad queda la relativa mejora de accesibilidad que puedan aportar los túneles previstos, y el adecentamiento de los bordes de las vías (algo que esta federación lleva años pidiendo se lleve a cabo a cambio de nada, porque debería ser una obligación de la empresa propietaria de la infraestructura). También nos queda la oportunidad perdida de eliminar la barrera del ferrocarril y ganar espacio público en el centro de la ciudad, destinando los terrenos liberados al uso y disfrute de toda la ciudadanía, y no a la edificación privada, a la especulación pura y dura, para que a las “hermanastras” les salga más barato, y a ser posible, gratis, ir al baile.
Nos gustaría que estas palabras sirviesen para que todos los grupos municipales se replanteen este tema, aunque somos conscientes de que la decisión está ya tomada. En cualquier caso, queremos trasladar aquí la opinión de buena parte de la ciudadanía, su enfado por una decisión que consideran equivocada y que genera un enorme descontento con la clase política, en especial con quienes dentro de ella desempeñan funciones de gobierno.
A estas alturas, el caramelo que se nos presenta con la permeabilidad, por más que mejore lo que tenemos, no va a acallar nuestra la voz. Por ello exigimos que la Justicia condene primero a los «responsables», bien sean personas o administraciones, que, con su inoperancia y mala gestión, nos han endosado una deuda de 400 millones.
Ediles de la ciudad, no aprobéis nada en contra del soterramiento mientras la «Justicia» no actúe; no podemos pasar página sin más. Valladolid no se lo merece. Y a quienes durante 20 años nada hicieron por soterrar y ahora se agarran a las pancartas, les sugerimos que no se apunten al sol que más calienta.
Nos despedimos afirmando que con esta decisión, las fiestas, que deberían ser motivo de alegría, este año se van a convertir para muchas personas en una mala pesadilla difícil de olvidar.