Las españolas se reenganchan por la crisis a la prostitucón

Mujer, inmigrante y con cargas familiares. Son los trazos
gruesos que dibujan el perfil de la exclusión. El matiz lo pone la
recesión económica y los anuncios por palabras son el indicador de este
cambio. Las compatriotas que se habían cortado la coleta hace un par de
años han vuelto al mercado del sexo para arañar algo del pastel de la
supervivencia, que en esta provincia se lo comen sobre todo las rumanas y
otras mujeres procedentes de Europa del Este.
La pérdida de empleo, la dificultad de acceder al mercado
laboral o la necesidad de completar un sueldo con el que mantener a una
familia de dos a cinco personas ha forzado amujeres españolas a volver a
la calle, según detectan los servicios sociales que les ofrecen
recursos de atención integral y herramientas para salir de la rueda.
Pero el reenganche y también las nuevas incorporaciones no cesan. Una de
cada ocho mujeres que se prostituyen hoy en Valladolid es española.
Del centenar de anuncios por palabras que aparecen un día
cualquiera en la sección de contactos, más de una veintena insisten en
la denominación de origen como una cualidad diferencial y que da caché.
El motivo radica en que ser española, en este mercado, es el grotesco
sinónimo de «implicación», cualidad cada vez más valorada por quienes
pagan por sexo, como lo atestiguan visitadores habituales de prostíbulos
que dejan sus floridos comentarios en el foro de una de tantas web
monográficas que suman al mes miles de visitas. Valoran, del uno al
diez, los clubes y las chicas de alterne de Valladolid y sus contornos;
están al tanto de la renovación «de la mercancía», de los precios (unos
50 euros por 30 minutos de media) y de los cierres sorpresivos de los
locales. Definitivamente, comparan estos cronistas del lumpen, «las del
Este parecen modelos, pero resultan frías en el oficio».
La mayoría de la población prostituta va y viene, apenas
chapurrea el español y lo hace con acento rumano. Aunque son ciudadanas
de la UE, tienen el mismo problema de acceso laboral que cualquier
inmigrante sin papeles. En Salamanca predominan en el mundo del alterne
las oriundas de países de latinoamérica, brasileñas principalmente, y en
León despunta la prostituta africana «y, en especial, la procedente de
Nigeria», puntualiza Manuel Martín, trabajador social de Aclad
Valladolid.
Sensibilización
Esta asociación ha dado a conocer un detallado estudio de
campo realizado dentro del programa LUA de atención sociosanitaria de
trabajadoras del sexo las I Jornadas de Sensibilización sobre
Prostitución en Castilla y León que, organizadas por Cruz Roja, se
clausuran con un debate el viernes 17 de diciembre. «El objetivo de
estas jornadas», indica Mónica Baños, directora del Centro de Igualdad,
sede de la iniciativa, «es sensibilizar a la sociedad para evitar la
marginalización y la estigmatización que sufren las prostitutas y
concienciar sobre el papel el cliente y el proxeneta en el desarrollo e
incremento de la prostitución y del tráfico ilegal de mujeres para su
explotación».
Más que en la calle, la prostitución en Valladolid se
promueve y se ejerce en habitaciones de clubes de carretera y pisos. En
la provincia hay 25 locales de alterne, uno más que hace dos años, según
el mapa de la prostitución que maneja la Policía Nacional.
Mucho más complicado de cuantificar es el número de pisos
-no hay menos de medio centenar en la capital- aunque ubicarlos es más
fácil: Parquesol sigue siendo el barrio ‘vip’ para el ejercicio en
Valladolid del oficio más antiguo del mundo. Y uno de los negocios más
rentables para quienes lo facilitan, a pesar de la recesión económica,
si bien un propietario de uno de estos peculariares «establecimientos de
hostelería» asegura que ha perdido «un 30 o 40% de negocio» desde que
comenzó la crisis. Nadie lo diría cuando se asoma al aparcamiento del
club un domingo por la tarde, completamente ‘petado’ de coches y
camiones.
Junto a la carretera
El único reducto de prostitución callejera de la capital
es la rotonda de la carretera de Renedo, donde antes se concentraban
casi en exclusiva prostitutas aquejadas por viejas secuelas de
drogadicción, y algunos travestis. Ahora comparten con esta población
residual anclada en los años noventa otras mujeres, mucho más jóvenes.
Algunas no llegan a tener los 16 años, y ciertas silenciosas
minifalderas apostadas en el arcén al gélido anochecer otoñal son de
etnia gitana.
Nada que ver, al menos a esa hora de la tarde de un día
de diario (las 19.00 horas) con la fisonomía de la degradación que se
atribuye tradicionalmente a la zona. Las mujeres comparten espacio con
canchas deportivas donde juegan niños y talleres mecánicos, lo que sigue
siendo para los vecinos de Santos Pilarica su principal caballo de
batalla. En julio pasado protagonizaron la penúltima concentración de
rechazo. Ahora la prostesta duerme, al reducirse la presencia de mujeres
y clientes por el frío. También influye el hecho de que se han
trasladado «un poco más allá» de la rotonda, señala el presidente de la
Federacion de Asociaciones de Vecinos de Valladolid, Pablo Gerbolés. Por
el momento, indica, «el conflicto está latente y no se puede hablar de
un problema de seguridad ciudadana, pero no deberían estar en la calle».
Las oenegés alertan del descenso en la edad media de estas mujeres.
Cada vez hay más veinteañeras y se ha llegado a atender a menores de
edad. «La prostitución es, ante todo, un problema de género. Aunque el
contexto cambie, siempre están en situación de vulnerabilidad social»,
resume Isabel Macías, de Apram Salamanca, que asiste a mujeres en riesgo
de exclusión de 19 nacionalidades.

Fuente: El Norte de Castilla

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